El creyente en Cristo no debe perder de vista su vida de una forma diferente a la que las otras personas miran sus vidas. El creyente debe mirar su vida desde la perspectiva de la fe. Es que el creyente es un hijo de Dios y los otros son criaturas de Dios. La mirada del creyente está en su Dios y su Dios es más grande que cualquier cosa que pueda acontecer en su vida.
"Orar es dejar a Dios actuar"
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