La caridad
propicia el sostenernos mutuamente, soportando nuestras cargas y compartiéndolas con los demás para hacerlas más
livianas implica ayudarnos mutuamente. Cuando el siervo atraviesa un rio, cada uno pone sobre el
dorso la cabeza de aquel que le sigue, mientras su cabeza descansa sobre quien
lo precede. Así, soportando y ayudándose los unos a los otros, pueden atravesar
con seguridad anchos ríos hasta alcanzar juntos la orilla.
"Señor, mi
Dios, escucha mi plegaria. Juzga con compasión mi deseo, que no mira solo a mí
mismo, sino también al bien de mi prójimo".
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