A veces, nos volvemos intranquilos en nuestra vida de oración. Podemos enojarnos, o simplemente darnos por vencidos y llegar a la conclusión de que Dios no oye cuando no responde nuestras oraciones de inmediato o de la forma exacta que queremos.
"Tú eres mi refugio, me guardarás de la angustia, me rodearás con cantos de liberación-Salmos 32:7"
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