Los amigos nos descuidan y su auxilio es como lluvia de primavera; pero Dios es fiel. Jesús es el mismo perennemente y el Espíritu Santo mora en nosotros. Ven, alma mía, apacíguate y ten confianza. Si las nubes se acumulan, el Señor las disipará. Si Dios no puede ser infiel, tampoco mi fe se debilitará; y como Él no me abandonará, tampoco yo le desampararé. ¡Sea siempre nuestra fe tranquila!
"En el Señor me refugio; ¿cómo le dices a mi alma: huye como un ave al monte?-Salmos 11: 1"
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