Jesús murió en la Cruz viendo la abnegación de Dios para liberarnos del pecado y la maldición, y después pasó tres días en el corazón de la Tierra; la fe de Abrahán finalmente originó ese fruto. ¡Su fe por la resurrección se unió con el poder del Dios todopoderoso y Jesús resucitó de entre los muertos!
“Se nos concedió la gracia de anunciar a los pueblos paganos la incalculable riqueza de Cristo”. (Ef 3,8)
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