Cuando recibimos a Cristo y entregamos nuestra vida, pasamos a obedecer a su gobierno en nuestra vida. Libres somos, pero obedecemos al gobierno de Dios y nos hacemos ciudadanos del Reino Celestial.
"Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí" Juan 14:6
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