Perdona para ser perdonado, al hacer esto nada se pide
al cuerpo. Es la voluntad la que actúa. No sentirás dolor físico; nada perderás
en tu casa ni en tú hogar. Ahora bien en realidad hermanos y hermanas, miremos,
cuan malo es que aquellos a quienes el Señor ha mandado a amar hasta los
enemigos no perdones a un hermano o hermana que se arrepiente.
Por escrito esta; que más nos vale, ser bondadosos y compasivos unos con otros, y
perdonarnos mutuamente, así como Dios nos perdonó en Cristo. Porque el
que perdona las ofensas cultiva el amor; el que insiste en las ofensas divide a
los amigos.
“Te ruego mi Dios, a ti que eres la
verdad, te ruego que perdones todos mis pecados”
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